Las reacciones de oxidación-reducción (ORR) ocurren continuamente en el cuerpo humano, implicando la transferencia de electrones entre moléculas de diversas sustancias. Todas las actividades vitales de cualquier organismo dependen de estos procesos. Las reacciones redox en sí mismas no solo no causan ningún daño, sino que también son necesarias para cualquier persona. Sin embargo, en algunos casos, las ORR tienen un efecto secundario: la formación de compuestos de radicales libres. Si, como resultado de una reacción, una sustancia queda con uno o más electrones desapareados en su capa electrónica externa, se vuelve excesivamente activa e inestable. Para neutralizarse, los radicales libres deben reaccionar con otra molécula y oxidarla. A menudo, este proceso lleva a la muerte de una célula saludable del cuerpo, cuya molécula es destruida por un radical libre durante el proceso de oxidación. Proteínas, grasas, ácidos nucleicos y otros elementos esenciales pueden dañarse.
Si una persona se alimenta mal, tiene problemas de sueño, está bajo estrés durante mucho tiempo, fuma con frecuencia o consume alcohol, la probabilidad de formación de radicales libres aumenta varias veces. En conjunto, su efecto conduce a una disminución de la inmunidad, un envejecimiento acelerado y un mayor riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares.